COMO ENTENDER LA DISFASIA...?

        En la disfasia se dificulta el análisis que debe hacer el cerebro para ordenar tanto la secuencia de los fonemas y sílabas que forman las palabras, como la formación de las oraciones y también la capacidad de seleccionar los fonemas adecuados para formar una palabra, por lo tanto insistir en repetirle insistentemente las palabras sin que el niño logre concientizar los movimientos que debe producir, resulta inútil.
     Llamamos disfasia a un trastorno de lenguaje que se presenta en niños con inteligencia normal, (aunque muchos presentan un coeficiente intelectual algo disminuido) sin déficit auditivo y sin que ningún estudio neurológico pruebe una lesión orgánica. Conocer esto es la base para una reeducación que se enfocará en mejorar los procesos cerebrales. Otra dificultad es lograr la abstracción y eso incluye la comprensión de conceptos. El niño con disfasia, aprende cuando se concretizan todos los aprendizajes,esto es hacerle visualizar lo que queremos que comprenda, es volver concreto a través de dibujos, colores y otras claves, los conceptos que son abstractos y por ende, incomprensibles para él. 
     Entre el nacimiento del niño y los dos años, la propioceptividad ( ver entrada TERAPIA OCUPACIONAL... ) se ocupa de hacerle captar espontáneamente el lenguaje y muchas cosas del medio es decir aprendemos a hablar sin tener consciencia de ello, pero por alguna razón, esto no sucede con los niños con disfasia y pasada esa edad, es necesario enseñarlo todo. Generalmente suele encontrarse afectada la memoria inmediata o de fijación, en mayor o menor grado así como la atención y esto afecta también a las percepciones.

     Por su completa dependencia del adulto, el niño es particularmente sensible a toda actitud inadecuada proveniente de quienes lo rodean y suele expresar su frustración con actitudes hostiles, con retraimiento o perturbaciones de funciones orgánicas. Es una respuesta anómala del niño ante la hostilidad, la incomprensión o la indiferencia del medio, como un mecanismo de defensa, el niño siente que el medio le es hostil y reacciona en consecuencia a veces con enfermedades psicosomáticas, como asma, diarreas, enuresis etc. y otras con una nutrida colección de actitudes y respuestas anímicas exageradas, crisis de ansiedad, ataques de histeria, actitudes catastróficas  (lanzar objetos, golpear, escupir, agredir etc.)También son comunes los trastornos del sueño.
     Los niños con disfasia, desarrollan una capacidad extraordinaria para captar las debilidades de las personas que lo rodean y se transforman en hábiles manipuladores es por ello que es fundamental establecer reglas y límites lo antes posible con suavidad y firmeza, tratando de evitar en lo posible las situaciones caóticas. En los casos más leves (por ejemplo una disfasia sólo expresiva en un niño con buenas aptitudes cognitivas y sin alteraciones conductuales importantes) las primeras medidas suelen ser suficientes.
     La capacidad de análisis y síntesis, fundamental para codificar y decodificar un mensaje, así como para lograr la generalización, está muy perturbada, o sea cuando aprende algo, no logra aplicar el mismo aprendizaje a otra situación semejante, es por eso que es tan importante trabajar sobre los procesos. El pronóstico es favorable y el ritmo de mejoría está condicionado esencialmente a la maduración de los procesos neurodinámicos del cerebro como el que hace que se realicen los movimientos y el de inhibición que frena la actividad. Nos damos cuenta que el proceso de realización del movimiento está alterado cuando el niño persiste en un tema o palabra, actividad o movimientos motores, ( perseveraciones) incluso cuando hay ecolalia es decir el niño repite como eco todo lo que se le dice. Cuando en ambos procesos hay una actividad desordenada, se produce la distracción patológica, la emisión de ruidos o juegos vocales constantes y cuando hablan, como hablar sin parar. También se produce la fatiga que demuestra la frustración ante una tarea, esta fatiga se presenta como desgano, agresividad, angustia etc.
   Los niños que presentan un Trastorno Específico Grave del Lenguaje (disfasia) sufren una discapacidad permanente de las habilidades ligadas a la comprensión y/o al uso del lenguaje. No se trata de un simple retraso en la adquisición del mismo sino de alteraciones estructurales que producen alteraciones a lo largo de toda su escolaridad. Más de la mitad de estos niños presentan además otras dificultades que pueden ser de tipo cognitivo o conductual, que complican aún más tanto el proceso de desarrollo del lenguaje como el resto de sus aprendizajes. Por esta razón, se estima que estos niños forman parte del grupo de alumnos con necesidades educativas especiales que requieren adaptaciones muy significativas del currículo escolar y de las estrategias de enseñanza. Estas adaptaciones curriculares debieran ser en aquellas asignaturas y tareas con fuerte contenido verbal haciendo una adaptación selectiva de contenidos y tareas ya que los niños con TEL, no presentan una dificultad general de aprendizaje sino una discapacidad específica. En una misma asignatura, es posible que puedan realizar perfectamente una parte de la misma mientras que otras superan ampliamente su capacidad. La adaptación curricular no es siempre "negativa" en el sentido de eliminar contenidos sino que deben adaptarse contenidos y estrategias de aprendizaje. (en la realidad muchas de estas medidas dependen en gran parte de la voluntad de los profesores, aunque hay decretos específicos del MINEDUC que así lo señalan). Los objetivos de integración social se persiguen entonces a través de actividades lúdicas o de tareas en las que no presentan alteraciones significativas y que comparten entonces con los alumnos/as de desarrollo normal.
        Convivir con niños sobre todo no verbales o con poca comunicación verbal, se presenta como un desafío cotidiano que muchas veces excede el conocimiento general que los adultos tienen acerca de cómo se cría un niño. Los consejos de los abuelos, las profesoras y los de algunos especialistas no pueden aplicarse a las dificultades que estos niños tienen. Por ejemplo, no podemos esperar que pase con el tiempo, porque no siempre las manifestaciones conductuales obedecen a una etapa del desarrollo (nuestros niños no presentan un desarrollo normal o cronologico para su edad). Tampoco podemos explicarles o negociar en términos de palabras, porque no comprenden muy bien el lenguaje. Por último, su desempeño cotidiano puede afectarse por tantas causas (la temperatura, algo que comieron, un ruido que no les guste, etc.), que no siempre podemos esperar que lo que resultó un día, sea igualmente efectivo al siguiente. La mayoría intenta hablarles o explicarles, lo que es totalmente inútil. Así, junto con la presencia constante de berrinches, llantos y pataletas mal manejadas, aumenta la ansiedad de los padres que se sienten impotentes, frustrados al no saber controlar a sus hijos, a quienes, a pesar de todo, aman profundamente.
        En la actualidad, sabemos que una gran cantidad de trastornos del lenguaje y la comunicación, presentan disfunciones en la integración de mecanismos cerebrales para la producción del lenguaje, la comprensión del mundo, tanto físico, como social. Muchos de los procesos involucrados, se relacionan también con la modulación de los afectos, temores y preferencias sensoriales de los niños. Estas últimas, no siempre son comprendidas por su entorno, por lo cual rara vez son satisfechas de la manera en que los niños esperarían. Cualquier dificultad para comunicarse con los demás genera no sólo problemas al mismo niño, sino que también dentro del grupo familiar, el colegio y los distintos entornos de la vida social. En estos casos, los adultos presentan un mundo de relaciones sociales y reacciones emocionales que están fuera del alcance de los niños. Por este motivo, al no comprender el mundo de los demás, se originan una serie de actitudes infantiles, que desde fuera son vistas como inadecuadas o desafiantes. Conductas tales como el mutismo selectivo (no hablar en ciertas situaciones o con personas desconocidas), la timidez excesiva, la intolerancia a la frustración, los berrinches y la falta de atención, son vistas actualmente como estrategias que los niños con trastornos de lenguaje y la comunicación utilizan para manejar la tensión, angustia o aburrimiento que les provoca el desarrollar interacciones poco eficientes con los demás. La mayoría de los niños llega a tener la sensación de ser ineficientes o en el mejor de los casos, distintos. De esta manera, qué mejor estrategia que no hacer lo que no se sabe, llorar o hacer pataletas para dejar de ser exigido o aparentar no entender o no estar atento, para disimular mi falta de comprensión?
        En relación al entorno social, el común de los adultos entrega un exceso de información verbal a los niños, explicando cada cosa e intentando razonar de modo complejo y “adulto” con los pequeños. Se cree que los niños entienden porque responden si o no frente a preguntas que se les hacen o miran al rostro y sonríen. Más aún algunos adultos pueden hacer preguntas y propuestas tan extrañas del tipo “te vas portar como un niño educado, ¿ya?” Un niño hasta los 5 años tiende a guiarse más por la entonación y la intencionalidad del adulto, que por el contenido formal. Nuestros niños, en las primeras etapas de estimulación, no sólo comprenden poco del lenguaje y se guían por nuestras actitudes, sino que además no tienen buena memoria para lo social, por lo que su comportamiento es más bien inconsistente. Así, puede parecer que entendieron y al rato, volver a realizar una conducta inadecuada. Además, cómo puede un niño pequeño, que comprende poco o teme equivocarse, ponerse en el lugar del adulto para “asumir ” lo que este quiere que él haga? Recordemos las diferencias que incluso existen en los adultos en relación a la comprensión de determinados verbos, indirectas, lenguaje metafórico e ironias. Los niños no desarrollan la comprensión de elementos indirectos, nociones temporales complejas y causalidad, antes de los 7-8 años. Sin embargo, las grandes explicaciones de los adultos están llenas de supuesta racionalidad y complejidad, que se asume comprendida por los pequeños interlocutores.
        Muchos niños y niñas con trastornos comunicativos, presentan además trastornos de integración sensorial. Esto significa que no responden al mundo de la manera en que la mayoría lo hace. Algunos pueden registrar pocos estímulos o necesitar mucha intensidad para captar algunas sensaciones. Otros presentarán una hipersensibilidad a la más mínima variación de estímulos. Estas alteraciones pueden darse en una o más modalidades senso-perceptuales (táctil, olfativa, auditiva, propioceptiva, kinestésica, vestibular). Esto muchas veces extraña a las familias que se sorprenden ante reacciones totalmente inesperadas frente a la música, una caricia, el vestirlos, asearlos, etc. Muchas veces estas situaciones terminan en gritos y llanto, con la respectiva angustia del niño y la frustración de sus padres. El primer paso para manejar las dificultades emocionales de un niño con trastornos del lenguaje o la comunicación se refiere a la información que tanto los médicos como la familia y el entorno social, deben manejar respectos de las alteraciones biológicas o particularidades sensoriales de cada caso. Somos nosotros quienes debemos ponernos en el lugar de los niños, empatizando con sus frustraciones y temores. Como adulto preguntémonos cómo me sentiría si no puedo pronunciar bien, no puedo expresar lo que pienso o siento y, lo que es peor, no pudiera entender lo que me dicen. Más aún, cómo me sentiría, si además me estuvieran exigiendo todo el día hacer precisamente lo que me cuesta? 
        Por ultimo es necesario entender que los trastornos del desarrollo y del lenguaje, no son enfermedades sino que corresponden a agrupaciones de características (signos, síntomas), las que incluso en una misma población diagnóstica, son causadas por diversos factores, nunca de manera lineal o única.